Espiritualidad

Históricamente: El ministerio de la Palabra, que está en el corazón de nuestra Sociedad, encontró su motivación en la devoción a la Preciosa Sangre, como expresión del amor redentor de Dios, que ofreció el perdón a los pecadores e invitó a la conversión y la renovación. Los misioneros establecieron “cofradías de la Preciosa Sangre” con el fin de promover entre los laicos la devoción al precio de nuestra redención. Para San Gaspar y su grupo de misioneros, la promoción de esta devoción era una parte natural de su ministerio. En 1815, San Gaspar escribió una carta al Hno. Gaetano Bonanni en la que le decía que “los obreros evangélicos se esfuerzan para que la Sangre de Jesús se aplique para la salvación de las almas, y la deben ofrecer continuamente para el perdón de los pecadores; si otros institutos se encargan de propagar una u otra devoción, las misiones deben dedicarse a propagar la devoción al precio de nuestra redención que incluye a todas las demás.”

 

Realidad actual: Las devociones, que nacen en una situación histórica concreta como respuesta a las necesidades de una determinada cultura y situación eclesial, poco a poco pueden ir desvinculándose de la historia y perder su significado. A medida que nuestra Sociedad iba pasando gradualmente a nuevas situaciones culturales y sociales y se veía enfrentada a diferentes desafíos, la devoción se alienó de la realidad y terminó siendo muchas veces un conjunto de “prácticas piadosas” o de “oraciones para recitar”. A medida que este proceso se fue dando en muchos sectores de nuestra Sociedad, la devoción a la Preciosa Sangre se desconectó de nuestra vida diaria y dejó de ser la motivación de nuestra vida y de nuestra misión. Afortunadamente, en los últimos 20 años nuestra Congregación ha emprendido un proceso de redescubrimiento de la espiritualidad de la Preciosa Sangre mediante el estudio renovado de sus raíces bíblicas y una concepción de la espiritualidad como camino de vida y enfoque de nuestro apostolado. Esta espiritualidad ha llegado a ser una fuente de profunda renovación dentro de nuestra Sociedad y a su luz estamos repensando también nuestra misión. Una vez más ha encendido el fuego por doquier y en nuestros miembros el celo por la misión.

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