Vida Comunitaria

Históricamente: La vida comunitaria constituía un elemento esencial del sueño de San Gaspar. Su deseo era reunir a los misioneros apostólicos en lo que solía llamar “Casas de Misión”, en las que podían encontrarse para orar y reflexionar juntos, estudiar y descansar, con vistas a salir de nuevo a trabajar en la predicación de misiones populares y retiros. Esas Casas de Misión no estaban anexadas a una iglesia parroquial, pero eran centros de actividad pastoral. En ellas se daban conferencias espirituales y teológicas, y se predicaban  retiros espirituales para el clero y el laicado, en un plan de misión permanente. Las Casas de Misión eran mucho más que meras residencias, ya que formaban parte del ministerio apostólico orientado a la reforma de la iglesia.

Además, los misioneros no estaban vinculados por votos, sino solamente por el “vínculo de la caridad”, como se establece claramente en el artículo 3 de nuestra primera Regla aprobada: “(Los misioneros) están vinculados a la Sociedad no por medio de votos sino solamente por el vínculo de la caridad.”

 

Realidad actual: Como consecuencia de la diversificación de nuestras actividades apostólicas, con mucha frecuencia nuestros misioneros viven actualmente en comunidades muy pequeñas. En efecto, en ciertos países algunos de ellos viven solos, a grandes distancias de algún otro miembro de la Congregación. Pero entre los sectores más jóvenes de la Sociedad surge de nuevo la tendencia de juntarse para vivir una vida más comunitaria. Vuelve a aflorar la idea de la “Casa de Misión”, de la que existen actualmente experiencias interesantes. Algunas de nuestras provincias están comenzando a “agrupar” nuestros miembros en regiones geográficas para facilitar el contacto entre ellos.

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